Por Gabriella Delgado Petit
Fotos @juankphoto
“Nunca quise estudiar otra cosa que no fuese Comunicación Social. Mi papá era periodista, publicista, animador y locutor de televisión; él fundó Noti Rumbos. Todos los sábados yo lo acompañaba a su trabajo porque me encantaba ese mundo. Aunque me decía: ‘rico no te vas a hacer’.
Estudié en la Universidad Central de Venezuela, entré a la escuela de periodismo en 1968. Mi primer trabajo antes de graduarme fue en Meridiano, un periódico que fue pionero al establecer la farándula todos los días. Allí incursioné en el Periodismo de espectáculo. Luego lo vendieron al Bloque de Armas y me fui a un diario llamado El Globo, que duró poco.
Un día en Radio Caracas Eladio Lárez me propone ingresar en televisión. Y aunque yo era tímido, entro para hacer una suplencia como reportero de sucesos. Posteriormente, Luis García Mora me dijo que iban a crear un noticiero a medio día y me invitó formar parte del proyecto como redactor. Es así como llego a El Observador. Armamos un equipo excelente, las pasantes eran Marieta Santana y Ana María Fernández. Allí eché raíces, estuve 10 años, llegué a ser jefe de redacción y por tres años seguidos ganamos el Premio Nacional de Periodismo. Pero hubo muchas presiones políticas, decidieron reestructurar el noticiero y yo me fui a El Nacional.
Cambio de teclado
En ese entonces el diario comenzó su automatización, se acabaron las máquinas de escribir. Yo viví la llegada de las computadoras trabajando en el cuerpo C. En un momento se relanzó la sección de Farándula y me ofrecieron encargarme.
Luego Miguel Otero Silva me solicitó una columna, donde debía hablar de la Televisión. La propuesta fue un éxito, salía una vez a la semana y se llamaba Control Remoto. Al año de su lanzamiento ganó el Premio Municipal de Periodismo de Caracas y tres años después en 1988 me dieron el Premio Nacional de Periodismo en opinión. Hasta ahora he sido el único periodista de espectáculos que se ha ganado este galardón.
Alzar el vuelo
Siempre pensé que debía expandir mis horizontes, viajar y aprender otro idioma. La oportunidad se dio para irme a Nueva York, así que hablé con Miguel Henrique Otero para renunciar y él me propuso firmar un contrato para que todo lo que yo escribiera desde allá fuese exclusivo para El Nacional. Y así lo hice, estuve dos años como corresponsal de espectáculos, los mejores años de mi vida. Aprendí inglés y entrevisté a figuras como Stallone, Whitney Houston, Sting y muchas otras. Los trabajos los enviaba por fax.
Ya de regreso en el 98 me llama Teodoro Petkoff, porque lo habían nombrado editor del diario El Mundo y quería que me encargara de la sección de espectáculos. Aunque él sólo duró un año allí, a mí me pidieron que me quedara. En la Cadena Capriles también dirigí un suplemento de fin de semana, escribí para la revista Dominical y me asignaron la reestructuración de la sección de farándula de Últimas Noticias. Pero comencé a sentirme incómodo y busqué otro rumbo, así llegué a El Universal donde todavía sigo como columnista. También trabajo para El Estímulo y el portal Informe 21.
Hoy, a mis 75 años, si me preguntan qué me falta por hacer, diría que escribir un libro. Tengo dos proyectos, uno sobre la televisión de los 80, y otro de entrevistas con gente venezolana del medio que se fue del país, éste llevará por título: Voces de la diáspora”.