Cuando la creatividad y la determinación se encuentran, nacen proyectos extraordinarios. Tal es el caso de Miso, un restaurante cuya historia comienza en un lugar inesperado: el techo de un edificio.
Por Alexandra Castillo
Fotos @juankphotos
Lo que comenzó como una conversación informal y una propuesta en tono de broma, se transformó en un concepto revolucionario que hoy deleita a sus visitantes. Pero, ¿cómo un espacio vacío llegó a convertirse en un restaurante exclusivo de comida asiática de autor con un diseño innovador? Aquí te contamos la fascinante historia detrás de su creación.
La idea de Miso, ubicado en el rooftop de La Grand Plaz, en Las Mercedes, nació, literalmente, desde las alturas. Uno de los líderes del proyecto mencionó casualmente: «¿Por qué no aprovechamos ese techo y vemos qué hacemos?». Este comentario encontró eco en los encargados del edificio. “Esa estructura aguanta tres pisos más arriba por lo menos”, dijo uno de los socios, especialista en estructuras de hierro. Fue así como la visión de convertir el espacio en restaurante comenzó a tomar forma.
En este proceso, no todo fue sencillo. Desde la ausencia de ascensores hasta los desafíos arquitectónicos de diseñar un espacio reducido, cada detalle fue una prueba de ingenio. La estructura del edificio, ya avanzada, requería de una vía para subir al techo, algo que los creadores del proyecto transformaron en parte de la experiencia del lugar. “Pueden subir por la escalera. Es una experiencia”, dijeron al definir uno de los primeros conceptos.
El espacio limitado también representó un desafío único: ¿cómo crear un restaurante íntimo, funcional y atractivo en un área pequeña? Aquí es donde nació la idea de un rooftop con una barra como protagonista, aprovechando al máximo el diseño central del espacio. «La barra está en el centro del restaurante», remarcaron los arquitectos al conceptualizar el diseño, asegurando que los clientes pudieran interactuar de manera directa con los chefs en acción.
Limitaciones que impulsaron la creatividad
Además de la creatividad arquitectónica, el concepto de Miso también estuvo definido por restricciones. La cercanía del restaurante al borde de la baranda del edificio, así como las dimensiones del espacio, demandó soluciones innovadoras. Con cada decisión, desde la distribución de la cocina hasta el diseño de los escenarios, el proyecto evolucionó hasta ser lo que es hoy: un restaurante único que combina exclusividad, funcionalidad y una excelente propuesta gastronómica que desafía las propuestas existentes en la ciudad.
“Este espacio pequeño era limitado, pero entendimos que podíamos hacer algo único en el centro, con pocos comensales”, mencionaron los creadores del proyecto al describir cómo un detalle aparentemente sencillo se convirtió en el corazón de la propuesta. Finalmente, la idea de incorporar el techo superior añadió un toque mágico. «Vamos a aprovechar el techo también,» decidieron, ampliando así las posibilidades para eventos y experiencias inolvidables: además del restaurante, los visitantes pueden disfrutar de una original terraza al aire libre con una de las vistas más bellas de la ciudad.
Un proyecto con esencia propia
Hoy, Miso no es sólo un restaurante; es una experiencia que conecta gastronomía, diseño y creatividad. Su concepto, nacido de un techo vacío y moldeado por conversaciones casuales, es un ejemplo de cómo la innovación puede transformar lo ordinario en extraordinario. Desde la barra central hasta las escaleras que te invitan a subir, cada detalle cuenta una historia de colaboración y visión.
Eduardo Petrocelli, socio, señaló: “Hacer algo diferente realmente era el objetivo. Y al final, lo logramos.” Así, Miso no sólo invita a disfrutar de la alta cocina en un entorno único, sino también a ser parte de una historia que inspira a imaginar lo que es posible cuando el límite es el cielo.