El consumidor venezolano en una nueva era

No cabe duda que ya no somos los mismos, en los últimos años el consumidor ha experimentado numerosas transformaciones que han impactado en su estructura social, su perfil y comportamiento. A continuación, conozcamos al nuevo venezolano

Por Gabriella Delgado Petit / Fotos Iván Fraga y archivo

Que compra de manera diferente, está más dispuesto a probar y es feliz con cosas pequeñas. Es mucho lo que se dice del consumidor criollo en el marco de la realidad actual. Para conocer cómo se presenta ahora el venezolano, conversamos con Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, empresa que recientemente desarrolló el estudio Tendencias del Consumidor Venezolano.

“En los últimos años se han producido muchos cambios en la sociedad venezolana que han incidido en la conducta de los consumidores. Primero, recordemos que Venezuela es un país que perdió cerca de 74% de su PIB, entre 2013 y 2020. Durante esos años pasaron muchas cosas que hacían hiper pesimista al venezolano, que contraían por completo sus decisiones no sólo de consumo sino de inversión. Luego se recuperó algo de terreno en el año 2021 (19%) y 2022 (9%). La economía detiene su proceso de caída y eso hace que el ambiente mejore, aunque la población sigue siendo pobre. El consumidor se da cuenta que había parado de caer y que existían algunas opciones diferentes, una forma de vivir quizás más moderada, y allí funciona lo que llamamos umbral de bienestar”.

Explicó León que el umbral de bienestar de esa población cambió dramáticamente y que ahora se satisface con cosas distintas. “Cuando entiendes que el tema es relativo al momento y a lo que ocurre en el entorno, entonces puedes responder la pegunta: ¿cómo es posible que un grupo importante de venezolanos en el medio de una crisis como que vivimos el año pasado todavía puede decir que se siente mejor? Se siente mejor porque se está comparando con el año 2018, donde tenía que dar tres vueltas de cola en un supermercado para poder entrar y que no hubiera leche, café, arroz, ni aceite. Hoy no tiene esa realidad, vive otra, con diferentes problemas; como entrar, conseguir todo y no poderlo comprar, pero son conceptos diferentes”.

Agregó León que el segundo cambio es que la población es más pobre. “Venezuela llegó a estar entre los primeros seis países de ingreso per cápita en Latinoamérica hace siete años, hoy es el último en la región, sin incluir El Caribe. Este consumidor es muy pobre, con una realidad compleja, en donde los costos internos, en dólares y en bolívares, crecieron. Eso obliga a producir cambios en la forma de comprar, en los productos que adquiere, en los lugares donde compra y a los estímulos que reacciona”.

El tercer elemento es el cambio generacional. “Venezuela tiene una edad promedio Millennial, de 32 años, pero las decisiones frente al anaquel están influidas por las nuevas generaciones. Una señora que va al supermercado compra presionada por su hijo. En definitiva, el consumo y la conducta están determinados por: la crisis, el umbral, el ingreso y las generaciones. Entonces es obvio que ese consumidor ni se parece al que nosotros conocimos”.

¿Cómo es la nueva estratificación?

Antes segmentábamos con las variables clásicas, como el ingreso en bolívares de la familia, el nivel de educación, la ubicación y calidad de la vivienda, la posesión de activos, eso te decía más o menos si eras clase alta, media o baja, con todos sus matices. Hoy es distinto, por ejemplo, la ubicación de la vivienda ya no es suficiente para determinar el estrato. Porque tienes a un individuo que vive en una urbanización de clase media, como El Cafetal, y esa persona puede tener problemas críticos para abordar el consumo, porque no logra tener ingresos en dólares, mientras todo su entorno de costos se dolarizó. Pero podemos conseguir una persona joven en un barrio de Petare, con un oficio demandado y flujo de caja en dólares, que le permite acceder a lo que quiere en término de cobertura de sus necesidades.

Explicó que esta realidad ha llevado a estratificar en función de variables nuevas, como por ejemplo el acceso a divisas y las características del ingreso, en términos de su capacidad real.

De acuerdo con el vocero el país se divide hoy en 5 estratos

Un estrato alto, que representa 1 millón de personas más o menos, que tiene niveles de ingresos muy elevados en dólares, que oscilan entre $10.000 a $20.000 mensuales por familia. Es un consumidor que posee ahorros en el exterior y es más pudiente en promedio que el rico Latinoamericano.

Clase media emergente, representada por 3 millones y medio de personas. Son individuos que generan dólares y que su actividad profesional, comercial o de servicios, les permite tener un ingreso entre $2.000 y $6.000 por familias, suficiente para cubrir sus necesidades fundamentales.

Luego estarían el Estrato medio clásico y un estrato bajo, pero con posibilidades de consumo, que está al ras de la canasta alimentaria.

Finalmente, la base de la pirámide está conformada por el Estrato bajo excluido, donde está 34% de la población, que son casi 9 millones de personas, cuyo ingreso es inferior a los $190 mensuales por familia, y no cubren la canasta alimentaria. Estas personas reciben beneficios del estado con bonos, Clap o transferencias no laborales de su familia.

“Con el mapa presentado se puede concluir que éste no es un país, son varios países que conviven. Cuando se habla del venezolano hay que preguntar de cuál. Si no lo segmentas, entonces te confundes y crees que se arregló, compra lo que le da la gana y no tiene necesidades, o que busca toda la comida en la basura, y los dos están mal, porque no representan el reflejo general de la sociedad”, explicó León.

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