Los nuevos tiempos han obligado a las empresas a pensar en cómo ofrecer sus productos y servicios de manera más efectiva y ágil, mejorando la eficiencia, el valor para el cliente, gestionando el riesgo y descubriendo nuevas oportunidades en la generación de ingresos. Para ello, se han valido de herramientas como la transformación digital para identificar las áreas sensibles que debían ser optimizadas y así conseguir el objetivo.
Por Edgar Rincón
Uno de los sectores que más ha tenido que actualizarse es el financiero. En los últimos años la tradicional idea de tener que hacer todos los trámites en una oficina bancaria, esperar un turno o hacer una fila se ha convertido en algo totalmente obsoleto. Entender los cambios del mercado, pasa por comprender que el cliente ya no es el mismo, ahora es más exigente, quiere personalización y rapidez.
Así nacen conceptos como el Open Banking, que se basa en ofrecer a través de interfaces de programación de aplicaciones (API) una integración de servicios bancarios con terceros y la posibilidad de brindarlos por medio de actores no financieros que facilitan la vida de los usuarios, generando beneficios adicionales que permiten disminuir el tiempo usado en los procesos, dando acceso a los datos de los clientes, de forma estructurada, así como también a otras entidades financieras.
En Venezuela, podemos citar casos como el de Bancaribe® con su Botón de Pago TDD – TDC que realizó una alianza con el Consorcio Credicard, y que ha permitido que empresas de varias categorías económicas hayan podido conectarse a su ecosistema a través de la de C2P y B2P, logrando unir integradores y clientes de diferentes sectores.
El informe sobre las Fintech en América Latina y el Caribe, muestra cómo este ecosistema ha evolucionado y crecido en los últimos tres años. El número de plataformas aumentó vertiginosamente a una tasa de 112% desde la última medición en 2018, para llegar a 2.482 al cierre de 2021. El número de Fintech se relaciona con el tamaño de las economías y su desarrollo regulatorio.
