Rubén Rodríguez Gil: adaptación al cambio

“El éxito de la religión cristiana es que tienen dos mil años diciendo lo mismo. El mensaje no ha cambiado; cambió la audiencia y el canal”. Así lo resumió el consultor, para luego englobarlo en la trascendencia.  Al final lo que se busca es que el cliente vuelva. También habló sobre un cambio positivo en la gerencia organizacional y lo que exige el cliente venezolano 

Por Daniela Buceta / Fotos de Iván Fraga

Para Rubén Rodríguez (@rubenrodriguezgil), la pregunta imperativa es ¿cómo influyo positivamente en mi entorno? Llevado a la empresa, es en la mejora de gestión y de procesos para ser eficientes. No sólo de cara al cliente sino al público interno. La postpandemia exige rapidez en la adaptación al cambio, esto aumentó el interés en la formación gerencial para la autogestión y futuras soluciones. “Si antes las empresas de consultoría presentaban las soluciones, ahora las compañías se sientan con las consultoras para generarlas juntos”, explicó.  También, añadió, “se preocupan por fortalecer la organización como un espacio de crecimiento a largo plazo y generar lealtad, convirtiendo a su público interno en los principales embajadores”. 

Otro cambió que observa en su oficio diario es un gerente más humilde sobre lo que sabe y lo que le falta por saber. Esto también responde a la diversidad gerencial multigeneracional. “Muchas generaciones en la misma mesa debatiendo ideas crea un clima de debate más interesante. Los nuevos participantes son impetuosos, quieren cambiar el mundo y están ávidos de ideas novedosas, por eso importa mucho el impacto positivo en el entorno”.   

La palabra con la que el vocero engloba el interés de toda empresa es trascendencia y para eso se debe generar una conexión emocional con el cliente. “Una máxima en mercadeo es ‘productos que no retornan y clientes que sí’. Para garantizar la postventa convergen dos estrategias: el antes, con estrategias masivas de visibilidad y apalancamiento en el punto de venta que despiertan la necesidad mientras muestran el beneficio; y el después, que se basa en cómo lograr que el cliente regrese, conectar con su necesidad y estar presente en el momento de la decision de compra; no es lo mismo que busque experiencia y atención especial, a que requiera inmediatez y efectividad en el servicio”, dijo.  Afirmó que la competencia hoy está entre la calidad de una oferta variada y el precio, imperando la calidad. 

El consumidor también está atento a la influencia de la marca en su entorno. “El mercado venezolano tiene la mirada fija en la responsabilidad empresarial. Por eso se retoma el tema de la reputación y la formación del grupo corporativo y las empresas se esfuerzan por mostrar al público externo el impacto positivo tanto de su entorno como en la construcción país”, confirmó.   

Con calidad de exportación 

“Entender la necesidad de consumo pasa por conocer al consumidor. El cliente local es exigente, investiga, tiene referencias, viaja, conoce y compara”, así lo describió el consultor. Explicó que este es un país tercermundista con gente del primer mundo. “Elaborar productos o servicios de calidad internacional con el escenario actual puede que sea complicado, pero no es lo más difícil porque hay muchas marcas que lo están haciendo, incluso con miras a la exportación. El reto es convencer al consumidor local y conseguir elevar el orgullo por lo ‘hecho en Venezuela’ y quitarnos el estigma de que lo que es de afuera es mejor”. 

Muy optimista, Rodríguez afirmó que lo que más le gusta de trabajar en el país es que el venezolano tiene acento, dice ¡chévere! a pesar de las dificultades.  Se las ingenia y es muy creativo. “Las alianzas entre marcas son productivas porque por la misma idiosincrasia criolla se ha dado el fenómeno de la ‘coompetencia’ (colaboración aunque pertenezcan al mismo mercado) y las cosas buenas pasan”. 

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