Por Gabriella Delgado Petit
Foto cortesía RCTV
Definitivamente la radio y la televisión que me tocó vivir a mí, está en vías de extensión. Hoy vemos cómo medios tradicionales van perdiendo relevancia y vienen surgiendo nuevas plataformas que todavía no entendemos bien, no sabemos cómo manejar, desarrollar o proyectar. Son tiempos interesantes.
Yo estudié Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello, en un país lleno de oportunidades. Estaba empezando la democracia y se iniciaba el proceso de industrialización de Venezuela.
Llego a Radio Caracas en 1969 porque venía de hacer un posgrado en finanzas y administración y me llamaba la atención el tema de computación. El canal en ese momento tenía un sistema de contabilidad muy primitivo y me involucré como asesor en la modernización. Como iba con frecuencia a la empresa me enteraba de los problemas jurídicos y atendí varios casos que se resolvieron bien. En el año 70 me ofrecieron encargarme de la dirección de Radio Caracas Radio y la de los programas informativos en Radio Caracas Televisión.
Empezando se presentó la oportunidad de transmitir el primer viaje del hombre a la luna, allí participé en la compra e instalación de la primera estación rastreadora de satélite que hubo en Venezuela. Después, como la estación que compramos tenía la capacidad de transmitir a color, adquirimos las cámaras y eso nos permitió hacer grabaciones de programas en ese formato. Por ejemplo, cuando realizamos Doña Bárbara, protagonizada por Marina Baura, se grabó en colores, no nos dejaron difundirla así en Venezuela, pero en el exterior se transmitió a color.
Salto internacional
A principios de los 70 creamos la empresa Proyecciones Orinoco, dedicada a la comercialización internacional de nuestras producciones, eso también ocurrió en Venevisión, entonces Venezuela comenzó a tener una presencia internacional con las telenovelas, que tuvieron gran aceptación en el extranjero. Siendo un mercado muy pequeño, competíamos con Brasil y México. Eso le dio mucha proyección al país, a nuestros artistas y escritores.
Otro gran éxito que tuvimos fue, con ocasión de los 25 años de RCTV, la academia que llegó a ser prácticamente la única escuela de formación de personal en radio y televisión. Además, fuimos el primer proveedor de Internet en Venezuela con una empresa que se llamó Etheron, que también cerraron.
Frente a las cámaras
La idea del programa Primer Plano me la dio Sofía Ímber. Ella se iba de vacaciones y me lo informó de último momento, tuvimos una discusión y al final me dijo: ‘si es tan importante para ustedes ¿por qué no lo haces tú?’. Entonces consulté en el canal y me dijeron hazlo, es bueno que la estación tenga su propio programa. Así empecé y fue una de las experiencias más interesantes de mi vida. Estuvo al aire casi 30 años y nunca fui censurado, eso no existía en Radio Caracas.
¿Cuál considera que fue su mayor aporte al país?
El que Radio Caracas se mantuviera siempre como la estación emblemática de los venezolanos. Ese orgullo de saber que el Observador era un noticiero creíble, que informaba a la gente. Asimismo, la satisfacción cuando veías el impacto que tenían nuestros programas en otras regiones. Hablar venezolano se volvió popular y la gente vio al país bajo esa luz agradable.
¿Qué le falta por hacer?
Volver a empezar. Ya yo estoy retirado, estuve en Radio Caracas 55 años, pero hay mucho que reconstruir y me gustaría colaborar con eso.