Por: Ana Iriza
Foto cortesía Lucía Marcano
Desde un escritorio en Miami, el fotógrafo Roberto Mata dirige dos escuelas con gestiones distintas; tiene una línea de viajes fotográficos, la cual lleva con un socio en España y, recientemente, creó una nueva firma con una asociada en Alemania para desarrollar libros y páginas web dirigidas a fotógrafos. Con ese proyecto ha publicado dos libros con temas venezolanos: “Un regreso bonito al país para mí”, manifestó.
Su primer encuentro con la fotografía lo tuvo a los 12 años, en unas vacaciones escolares, gracias a un primo que llegaba de Francia con una cámara en la mano. “En esas vacaciones trabajamos como obreros en una finca familiar, cuando se acababa la jornada tomábamos fotos de palmeras, de vacas, cosas de finca y atardeceres”, recordó.
De vuelta a la realidad, sólo le quedó el equipo que pudo comprar con las ganancias de las vacaciones y un par de rollos que le regaló su hermano. Se le ocurrió convertirse en el fotógrafo de su colegio Montessori, ubicado en Valencia, donde le dieron la oportunidad de retratar al equipo de voleibol, y así ganar dinero.
Recién graduado, en 1985, llegó a Caracas a ser asistente de fotografía, “porque mi aprendizaje, muy autodidacta, fue con la Enciclopedia Planeta por fascículos. Estuve un año en ese rol y luego entré a el periódico El Nacional, como fotógrafo de la revista Pandora, al lado de Soledad Mendoza y Chepita Gómez. Un día el reconocido Luigi Scotto, que trabajaba para El Diario de Caracas, me dijo que el periódico era para pasar, no para quedarse. Inmediatamente renuncié y alquilé un estudio con unos amigos para dedicarme a atender a un montón de gente que había conocido”, indicó.
La ciudad y la economía le dieron la oportunidad de desarrollarse. Pasó por la industria publicitaria y corporativa en sectores como banca y petróleo. Formó parte del equipo de artistas en crear la imagen que utilizaba Petróleos de Venezuela a nivel internacional. “En paralelo, se me abrió la posibilidad de atender al hijo de un cliente para enseñarle conocimientos básicos del área, lo hice y quedó muy contento. Me recomendó con la novia y ella con su prima. Ese primer año atendí a 15 personas y me di cuenta que me gustaba mucho”, detalló.
La vida pasó y con ella muchos acontecimientos. “El país me permitió traer, en tres años, a 25 invitados internacionales para elevar el techo de la formación que había en la escuela. Sabía que tenía a unos profesionales buenísimos dando clases allí, pero sí venía alguien de afuera, ese techo se elevaría. Fue extraordinario, el momento lo permitió, así como la economía y el tamaño de la escuela. Me di el lujo de aportar al sector de la fotografía local, a través de la academia, la experiencia de una gente realmente importante en el mundo. Me hice acompañar de profesionales extraordinarios, de muy buen nivel y creamos una cantidad de fotógrafos que hoy en día nos han representado increíblemente bien”, dijo.
Para finalizar, Roberto reflexionó, “mucho de lo que pasaba en Caracas me abrió las puertas para que mi escuela fuera parte de eso y, como centro de formación, colaboramos, nos involucramos y fuimos parte de la movida citadina.”
Un logro importante para Mata fueron los testimonios de los afectados en 2014 y 2017, todo un reto desde lo fotográfico y personal, porque además tuvo que documentarlo.