Una joya del buen pan

57 años de trayectoria acompañan a Rosita, una panadería que ha estado, por décadas, entre las más icónicas de la capital venezolana

Por Eudomar Chacón Hernández

Fotos: Iván Fraga

Es normal que en Venezuela se asocie a los portugueses con el arte de hacer pan. La oleada de inmigrantes que llegó del país ibérico durante la primera y segunda guerra mundial hizo que en nuestra nación empezara a surgir un número importante de panaderías dirigidas por lusos, que aportaron a nuestra gastronomía nacional preparaciones como el cachito y el pan de jamón.

En ese período de puertas abiertas a la inmigración europea, específicamente en 1955, Cristiano Dos Santos Nieto, de 17 años de edad, llegó a Caracas. Su hermano Manuel, quien tenía dos años viviendo en Venezuela, lo recibió para que juntos buscaran una mejor vida en un país lleno de oportunidades, aunque retador para cualquier extranjero.

Tras unos primeros meses llenos de dificultad, en los que durmió sobre sacos de tela y se alimentaba de tumbar mangos de las matas que hay en la urbanización Los Chorros, consiguió empleo como repartidor de pan, un oficio que le era afín, pues él y su hermano trabajaron desde niños en la panadería de su mamá, en Montouro (Distrito de Coimbra, Portugal continental).

Con el tiempo, los hermanos Dos Santos fundaron su primera panadería juntos: “Los Nietos”, en Altamira. Después, Cristiano decidió abrirse camino en solitario, y luego de establecer un par de panaderías en Chacao y La Guaira, en 1967 fundó la panificadora Rosita, un local ubicado en el sector Las Delicias, cerca de la avenida Solano, y que se convirtió desde entonces, en el sueño de su vida y en una joya del buen pan en Caracas.

Quiso ponerle “Rosita” en homenaje a su tía materna, quien fue parte fundamental de su infancia y ayudante principal en la panadería que tenían en Portugal. Y, tal vez como una remembranza de aquel negocio familiar en la Península Ibérica, Rosita surgió como una pequeña panadería de urbanización: con calor de hogar.

“Yo nací y fui criado aquí ―recuerda su actual dueño, Roberto Dos Santos, hijo del fundador ―. Mi infancia corrió entre la Plaza Las Delicias, el bulevar de Sabana Grande y la cocina de Rosita”.

Hoy, Cristiano tiene 87 años de edad, y aunque ya no está al frente de la panadería, sigue yendo todas las mañanas a compartir con los empleados y los comensales. Su vida ha girado en torno a la masa madre y la atención al público.

Hora de crecer

Con la llegada de Roberto al equipo, en 1994, la panificadora comenzó a crecer exponencialmente. Se diversificó como modelo de negocio, y ya no solo era una tienda, sino también una distribuidora de pan artesanal para restaurantes. “Llegamos a ser los principales repartidores de pan artesanal de la ciudad, despachando a 130 locales de Caracas”, comentó el entrevistado.

A medidas que ambos modelos de negocio iban creciendo, asimismo la familia fue renovando y ampliando su capacidad de producción. “Estuvimos muchos años funcionando así. Fue un negocio muy rentable el despachar pan para los restaurantes”, dijo.

Así estuvieron hasta que llegó la pandemia, en 2020, y se vieron en la nada. “Quedamos con una capacidad de producción instalada grande, y no teníamos a quién venderle”.

Pensaron entonces en hacer delivery, porque, además, los clientes lo pedían. Pero no era rentable: salía más caro el traslado, que el propio pan. Entonces decidieron buscar alianzas comerciales en supermercados.

Primero trabajaron con abastos y tiendas pequeñas, y luego lograron entrar a cadenas como Gama y Central Madeirense. Y ahí el negocio volvió a levantarse, y alcanzó un crecimiento exponencial, que no había conocido hasta ese momento.

“Siempre que me preguntan cómo Rosita pasó de ser conocida solamente por un nicho específico de la población a lo que es hoy en día, recuerdo el momento en el que decidimos vender a través de los supermercados”, afirmó Dos Santos Jr.

La estrategia vino acompañada de una renovación de marca, que incluyó remodelación de tienda, nuevo logo y rebranding. Se invirtió en una valla publicitaria, ubicada en la autopista Prados del Este, y en un carro con los colores de la marca, que ha servido como un exitoso anuncio movible.

La propuesta gastronómica de Rosita actualmente es una de las más variadas de Caracas: son más de 18 tipos de pan. Están las preparaciones clásicas, como el gallego, canilla y sobado; y otras más diversas, como el pan de trigo sarraceno (libre de gluten), de masa madre con carbón activado, deli, avena, maíz con chorizo, centeno, centeno con fruta y demás.

Entre los postres, la joya de la corona es el pastel de nata, y el sitial de honor entre los panes, lo ha ocupado por años el gallego.

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